El sueño de las rosas
Que nada turbe el sueño de las rosas
que duermen en tus pechos; ni el aliento
del rocío y sus perlas vaporosas,
ni una chispa de sol, ni un haz de viento.
Que aguarden en sus nichos, fervorosas,
y encuentren en tu sangre su cimiento
como en el elixir las mariposas,
como los astros en el firmamento.
Nada turbe su calma, su soñar,
nada seque su tierra, tibia y bruna;
ni caiga un rojo pétalo prolijo.
Que sólo se despierten al mirar
la figura argentada de una cuna
y en ella el llanto ávido de un hijo.
Que nada turbe el sueño de las rosas
que duermen en tus pechos; ni el aliento
del rocío y sus perlas vaporosas,
ni una chispa de sol, ni un haz de viento.
Que aguarden en sus nichos, fervorosas,
y encuentren en tu sangre su cimiento
como en el elixir las mariposas,
como los astros en el firmamento.
Nada turbe su calma, su soñar,
nada seque su tierra, tibia y bruna;
ni caiga un rojo pétalo prolijo.
Que sólo se despierten al mirar
la figura argentada de una cuna
y en ella el llanto ávido de un hijo.
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