martes, 25 de marzo de 2014

¡Escribe, poeta, escribe! (Soneto)


¡Escribe, poeta, escribe!

No importa si es la noche más oscura
o si el día refulge cual arete,
si es con teclado, pluma o estilete,
si es con mente cabal o con locura.

Poco importa si el numen se apresura,
si es en la servilleta de un banquete,
si es en la parca hoja del retrete,
si es en grata o incómoda postura.

Otorga rienda suelta a las agallas.

Tórnate ducho, necio y aguerrido,
que tu alma se derrame de su aljibe.

Vana es la gloria, nimias las medallas.
El más grandioso honor es ser leído.
Solamente, poeta: ¡escribe... escribe!


Si sólo llamara... (Verso libre)


Si sólo llamara...

He tenido ganas de llamar a tu ventana
y esconder a mis palabras en el viento,
de tatuarlas en los labios de los astros,
de fundirlas dentro del follaje de la noche
y hacerlas llegar a ti, hasta ti,
hasta tu oído de caracola celeste
como el llanto de las ramas en vela,
como el gemido de la luna en celo,
como el lejano arrullo de los grillos.

Cruzando la lánguida desnudez de las horas,
cielos de piedra, mares afiebrados,
mis palomas han muerto errabundas
a la espera de una carta de tus ojos.
Soy el polvo que se acumula en el dintel,
el charco que se forma entre las baldosas,
el cobarde que se ahorca a despuntar el alba.

Si llamara, si sólo llamara…
¿Responderías? ¿Apagarías la luz?
¿Te cobijarías como un gato en la oscuridad?
¿Fingirías estar dormida,
empañando los cristales con tu aliento?


Hay algo en tu mirada... (Soneto)


Hay algo en tu mirada...

Hay algo en tu mirada que me obliga 
a entregarme en perenne ofrecimiento
como si fuera un huracán violento
que no deja en la tierra ni una espiga.

Un deseo, un anhelo que me instiga
a dar el cuerpo, el alma, el sentimiento,
todo en conjunto, todo en el momento
en que el amor nos une y nos abriga.

Algo… algo en tus ojos que me exige
arrancarte las ropas, una a una,
y desnudarme frente a tu mirada

Algo que me conduce, me dirige
a confirmar que no hay mejor fortuna
que estés conmigo y no me importe nada.


lunes, 24 de marzo de 2014

Sin inspiración (Soneto)


Sin inspiración

Se ha secado la tinta del tintero,
la mustia luna luce encaramada,
la noche con su fría dentellada
se esparce junto al viento lastimero.

Frente a la mesa soy un forastero,
se me entierra la pluma cual espada,
el papel me regresa la mirada
con el encono de un carabinero.

¿Por qué las letras huyen incoloras
y el numen tiene un paladar amargo?
¿Dónde fueron las musas, su ambrosía?

Al incansable paso de las horas 
más me adormece un lúgubre letargo….
¿Dónde estarás? ¿En dónde poesía?



Colección de haikus I

junto al fogón
abuela y gato duermen
se va otro día

pequeña charca
la luna se procura
tu oval espejo

cumbre en montaña
la mano del sol llega
e irgue el pinar


del gorrión muerto
ya ni las ramas secas
recuerdos tienen

castillo en playa
tu rey es el bufón
que al mar divierte




Entre todas las mujeres (Soneto)


Entre todas las mujeres

Entre todas las rosas del jardín 
con sus vahos, aromas y candores;
entre todos los múltiples fulgores
que tienen las estrellas del confín.

Entre todos los pasos y el trajín
de un millón de personas y clamores;
entre todos los rostros con rubores
y los labios pintados con carmín.

Entre todas las blusas y los pechos,
entre todas las piernas y las faldas,
y los cuerpos, las almas y los seres.

Teniendo los sentidos satisfechos
y el corazón ceñido de guirnaldas:
¡yo te elegí entre todas las mujeres!


martes, 11 de marzo de 2014

Salgamos esta tarde... (Soneto)


Salgamos esta tarde...

Salgamos esta tarde para el cine,
para la playa, el parque, el barrio chino…
Donde nos guíe el viento o el destino,
donde el deambular nos encamine.

Salgamos donde el mundo se aglutine,
bebamos en el bar cerveza y vino
o comamos un rico langostino
hasta que de su reino el sol decline.

Esperemos el manto de la noche,
tan sólo con los ánimos crecientes,
en la cumbre del viejo mirador.

Y en el asiento incómodo del coche
con el brío de dos adolescentes,
una vez y otra hagamos el amor.



Deporte extremo (Verso libre)


Deporte extremo

Me dicen que debo practicar un deporte extremo.
Dicen que debo experimentar la sensación
que se produce al lanzarse en paracaídas,
al escalar una montaña,
al descender un rápido en kayak
o al vestir de rojo en una encerrona.

Me dicen que debo practicar un deporte extremo.
Y sentir correr la adrenalina por las venas
y la vida pender del hilo de una araña.
Me dicen que es bueno para romper cadenas espirituales,
abrir puntos energéticos y algunas chorradas más.

Me dicen que aunque sea sólo una vez en la vida
debería hacerlo.
Y yo les digo que desde hace algunos años practico uno.
Que no requiero de casco ni de tanque de oxígeno
o de otros aditamentos sofisticados.
Que sólo necesito encender el ordenador,
acomodarme en mi viejo y raído sofá
y tener a la mano una taza de amargo café.

La poesía es un deporte extremo.
Al escribirla cualquier miedo se diluye,
la sensación del tiempo se esfuma
y también, entre otras cosas, se juega la vida.
Un poeta siempre se juega la vida
al querer plasmarlo todo sin ser nada.



Si la muerte llegara… (Soneto alejandrino)


Si la muerte llegara…

Si la muerte llegara a tocar en tu puerta
con su puño errabundo, desangelado y frío,
como de pronto cae en el alba el rocío
o se borran las huellas en la playa desierta.

Piensa que en otra vida esta vida despierta,
que mayor es la fuerza y mayor es el brío
con que fluyen las aguas de tan suntuoso río
para multiplicar el vergel de otra huerta.

No dejes que las lágrimas, el llanto y el sollozo,
asemejen a aves que, con sus alas rotas,
escapan de las ramas del árbol que se trunca.

No dejes que el dolor, la tristeza y su pozo,
tengan profundidades abismales e ignotas.
Y no digas adiós… adiós no digas nunca.



Lágrimas de inercia (Verso libre)


Lágrimas de inercia

Asidos a un prisma de caras romas
los ojos siempre envidian al fúlgido diamante.
Entonces qué mejor que cerrar los párpados,
que apaciguarlos como a un animal doméstico,
que encerrarlos con un candado de oro abroquelado
y echarlos hacia a la armónica rutina
de un mendigo que necio busca decoro
o dejarlos, resguardados y compungidos,
como la mórbida y parca pitanza
que tritura el pico de un estólido cuervo.

Sí, qué mejor que dejar crecer a las pestañas,
que dejarlas madurar poco a poco
y luego mostrarlas entre el pulgar y el índice
con la esperanza de juegos desesperanzados.
Qué mejor que acostumbrar a la pupila
a la cornucopia del momento, a la televisión accesible,
a la meretriz preñada de la esterilidad del mundo
y dejarla correr como una gran vaca
que pide gota a gota, desesperadamente,
que la leche brote de las castas piedras.

Sí, qué mejor... nada mejor que llorar por uno mismo.
Y derramar lágrimas de inercia
para la muerte siempre en movimiento.



Locura (Soneto)


Locura

Entre delirio y fiebre me debato,
del sueño a la vigilia, del sentido
a la inconsciencia, voy y vengo; trato
de no caer cual tábano rendido

a la tierra sin bravo pugilato.
Pero en mi entendimiento adormecido,
en un constante duelo y arrebato,
triunfan el tiempo, el polvo y el olvido.

Nieblas crispantes mis pupilas ciegan,
ninguna luz se filtra en el cortejo
de esta noche, mi noche más oscura.

Todas las aguas a mi mente anegan
si en ellas miro como en un espejo,
reflejarán la risa y la locura.



He muerto por amor... (Soneto)


He muerto por amor...

Vas a llenar mi copa con tu vino,
antes del viaje, de la gris partida,
antes de despojarme de la vida
en un gesto sarcástico y ladino.

Me enseñarás el hórrido camino,
el pórtico que muestra la salida,
iremos por la tierra envilecida
hacia un gravoso y último destino.

¡Ah, cenicienta muerte no me espantas!
Corta mi corazón y mi cabeza.
Empuña tu guadaña con acierto.

Que a pesar de pasar penurias tantas,
gritaré sin asomo de tristeza:
¡He muerto por amor… de amor he muerto!